Puede que aún no conozcas qué es la iridología y para qué sirve, pues esta es la ciencia alternativa que estudia los comportamientos del cuerpo humano y su estado de salud a través de la examinación y observación de los colores, formas y patrones existentes del ojo humano, siendo clasificada como una pseudo-terapia.
Los practicantes de esta disciplina usan como principal herramienta un mapa sectorial del iris del ojo para poder examinar y diagnosticar las afecciones sufridas por el paciente. Estos mapas son divididos por sectores que determinan las partes del cuerpo humano en relación a su posición en el cuerpo del iris.
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A pesar de todo esto, entre los practicantes que conocen qué es la iridiología y para qué sirve, no hay un consenso establecido entre las diferentes escuelas para interpretar tales señales. De cualquier manera, es muy entendido que se necesita una gran pericia para realizar un diagnóstico adecuado a los pacientes y con ello, recomendar el tratamiento o las medidas a tomar para una pronta recuperación de salud.
La iridología es un método de diagnóstico pseudocientífico. Según sus practicantes, el iris supuestamente revela datos sobre la salud de su dueño. "De este modo [supuestamente] se podría conocer el estado de salud físico, emocional y mental de los pacientes, ademas de su historial clínico pasado y futuro", explica en este artículo de la Asociación para Proteger al Enfermo de Terapias Pseudocientíficas (APETP) Fernando Cervera, biólogo y vocal de la Asociación.
Además, el biólogo concluye que esta pseudociencia puede llegar a ser peligrosa. "Tal cual hemos visto, el iris no tiene ningún valor de diagnóstico así que, cómo decidir qué tratamiento dar a una paciente en función del ojo?", plantea Cervera. Es decir, al obtener un diagnóstico falso, podríamos decantarnos por un tratamiento incorrecto y dejar de lado el que realmente nos sería necesario y efectivo, con las consecuencias que esto supone.
Las pseudociencias incluyen una variedad de materias basadas en prácticas, experiencias y creencias, que no utilizan el método científico pero que se ostentan como ciencias. Su número es enorme y han logrado impresionar a mucha gente a lo largo de la historia y lo siguen haciendo aún en la actualidad. Algunas tienen una denominación propia y otras no. Son ejemplos las que han aparecido como contraparte de algunas ciencias: la astrología para la astronomía, la parapsicología para la psicología, la alquimia para la química, la numerología para las matemáticas. Probablemente la medicina es una de las que ha tenido que alternar con más pseudociencias, entre las que se incluyen muchas de las llamadas medicinas alternativas, las alternativas de la medicina y las medicinas complementarias, algunas no sin ciertos éxitos terapéuticos, como los que han tenido a lo largo de la historia muchos remedios que ahora se han mostrado como ineficaces. En muchos casos han contado con el apoyo de una publicidad que pondera como principales atributos el que son atóxicos y "naturales". La lista de falsas ciencias y falsos investigadores a lo largo de los tiempos es interminable, pero muchos han sido identificados más o menos fácilmente. No obstante, muchas de estas pseudociencias y de estos pseudocientíficos siguen teniendo adeptos con base en anécdotas que pueden tener su explicación en el efecto placebo o en la tendencia de ciertas enfermedades a curarse solas (vis medicatrix natura).
Pero hay otra versión de la pseudociencia: aquella que da la apariencia de científica porque aparentemente ha seguido algunos pasos del método, pero que verdaderamente es una estrategia mercadotécnica o publicitaria. Promueve productos o servicios, a través de ciertos indicios que aunque no resisten un análisis metodológico serio, son capaces de deslumbrar a quienes, acaso, los ven con superficialidad, sobre todo si se publican en revistas prestigiadas. Su propósito no es contribuir a incrementar el acervo cognitivo de la humanidad sino vender su producto, y con alguna frecuencia lo logran. También son pseudociencia las investigaciones bien intencionadas pero con defectos metodológicos, como son algunas tesis o trabajos realizados por novatos sin la debida supervisión y asesoría. La literatura está plena de pseudociencia y no todos los lectores poseen la capacidad de discernirla, de tal manera que muchas prácticas comunes adoptadas por la profesión están guiadas por ella.
Podríamos decir que los falsos investigadores científicos son los que hacen pseudociencia y que basta identificar a ésta para reconocerlos. Pero resulta que también en la ciencia más formal hay falsos científicos.
La ciencia ha sido objeto de muchos incentivos, pues no cabe duda de que es necesario promoverla y estimularla, sobre todo en países como México. Ser investigador científico viste, permite el acceso a ciertas élites y no rara vez significa un ingreso económico adicional. Lograr ser reconocido como investigador científico suele ser el resultado de un largo e intenso esfuerzo, de una formación académica sólida, una disciplina personal a toda prueba, de superar una serie de sinsabores derivados de críticas, no siempre bien intencionadas, envidias y ataques gratuitos, además de la necesidad de someterse a las exigentes decisiones de cuerpos editoriales y otros colegiados, reiterada, insistente y pacientemente, con argumentos sólidos y convincentes.
El medio está, pues, lleno no sólo de pseudociencia sino también de falsos científicos. El mayor inconveniente no es el engaño a los cuerpos colegiados ni a las instituciones financiadores de la ciencia, sino que los lectores médicos tomen por ciertas las conclusiones y procedan en consecuencia con sus pacientes.
Si se hace un análisis a fondo podrá verse que, lamentablemente, varios consagrados basan su prestigio en simulaciones, lo que no les impide conseguir financiamientos, acceso a centros académicos, vinculación con investigadores verdaderos, y todo ello puede aceptarse si finalmente aprenden a investigar. La trascendencia del conocimiento científico es tal que condena el futuro, se perpetúa, se perfecciona e influye fuertemente en la sociedad. La pseudociencia, en cambio, provoca falsas seguridades, desvía los caminos, eterniza los errores.
Los movimientos de la epidemiología clínica, la medicina basada en evidencias, la medicina translacional han buscado que los lectores nos habilitemos para distinguir la ciencia de la pseudociencia, pero ésta puede estar tan bien hecha que nos rebase. Además, los lectores que no hacen ciencia frecuentemente carecen de los atributos cognitivos y metodológicos para discernir lo científico de lo promocional, lo falso de lo verdadero, lo válido y confiable de lo que no lo es. 2ff7e9595c
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